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«Death By
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En «Hölderlin y la esencia de
la poesía», a Heidegger inquietaba discurrir con respecto a «¿quién capta en el tiempo que se desgarra algo permanente?» Eliot
desmadeja un episodio remoto a su siglo y erige la palabra como hurto
irreductible a la eternidad; lee en su época, incardinada entre dos guerras
mundiales, el errático destino de travesías milenarias y ubica en el desgarre
inmemorial del Fenicio una de las infinitas fisuras que vaticinaron la crisis
de la modernidad que lo abruma, henchida de capitalismo incipiente y tenaz. Lo
desgarrado, aquí –la muerte de Phlebas en fecha sin
registro–, presupone la urgencia de un eco inevitable en los ámbitos del azar y
en el artificio de la historia; presupone un poema futuro, desgarradura
bifurcada que capta el autor de Missouri en «Death by Water», el cual en sí mismo y
pese a su brevedad, comporta una saga que narra el fracaso del héroe, si no
desconocido, enigmático, quien protagoniza un percance de razones y gravedades
que se ignoran en el amplio, espectral presente de la composición, ya que los
versos comienzan a rotar luego de quince días de fallecido el naviero, ahogado
hará centurias y cuyos restos exhuma la voz de T. S. Eliot:
Phlebas the Phoenician, a fortnight dead,
Forgot
the cry of gulls, and the deep sea swell
And the profit and loss.
A current under sea
Picked his bones in whispers. As
he rose and fell
He
passed the stages of his age and youth
Entering the whirlpool.
Gentile or
Jew
O
you how turn the wheel and look to windward,
Consider Phlebas, who was once handsome and tall as you.
El hemistiquio que apertura el segundo verso
nos participa que Phlebas el Fenicio,
ya sin vida desde hace un par de semanas, «Olvidó el llanto de las gaviotas».
¿Cuándo, en qué momento preciso lo alivia la desaparición de este recuerdo?
¿Justo al perecer, al revestirlo el silencio de lo absoluto? ¿O paulatinamente,
al sumergirse, fue que dejó de oír a las gaviotas, las que al irse ausentando
lo resignaron en su alejamiento irreversible de la ruta? ¿O escuchó todavía ese
sonido de furia, cry,
que Eliot desafina para fraguar la onomatopeya de los graznidos que lloran; lo
escuchó en las antecámaras del océano, al hundirse, hasta desconocerlo como
referencia de animales limítrofes, a cada tanto inmerso en los fondeaderos de
la nada? «Forgot the cry of gulls», trocaico en que aturden, guturales, las aves de
la distancia, configura el inicio, primero, del tiempo aleatorio, enrarecido
del poema, y el inicio de otro trayecto a la revisitación,
en retrospectiva, de los capítulos más trascendentes de la existencia del
Fenicio, quien no sabe tampoco del «profundo oleaje del mar» ni de «la ganancia
y la pérdida»: hundidos con él, se extravían los cargamentos, ya incalculable
su valor en el forcejeo inútil de la agonía.
Los versos «Forgot the cry of gulls,
and the deep sea swell/And the profit and loss» ofrecen en su parte intermedia –el
hemistiquio «and the deep sea swell»–, una
significativa polisemia que incentiva la orientación del discurso hacia
posteriores asociaciones de naturaleza mercantilista. Swell, además de «oleaje», posee
la acepción de «aumento». A swell sigue el verso «And the profit and loss»: encabalgamiento suave que entraña un espejismo
desasosegante: Phlebas olvida no sólo el oleaje como
embestida del mar que lo vulnera y diluye, sino que olvida el aumento, el éxito
y aun la ruina, a propósito del trueque merced al cual es posible que haya
perecido, en el descontrol y la premura de una fuga, huyendo acaso del asalto
de sus enemigos o arrojado a la marea por el traidor que esgrimiera la espada,
aplaudido por la maledicencia de una tripulación amotinada (los pretéritos
novelescos que prologarían la saga pueden ser los enumerados, otros o
ninguno).
Escudriñar los entresijos de «Death by Water»
en busca de la metáfora de una debacle económica resulta nada inapropiado si al
avanzar el poema sus veladas alusiones hacen permisible intuir en su estructura
lo que Rilke denominó “la vibración del dinero”,
alegorizada por las inclemencias del agua sepulcral e impredecible, que deslía
en visiones al comerciante aventurero: «A current under sea/Picked his bones in whispers. As he rose and fell/He
passed the stages of his age and youth/Entering the whirlpool». La corriente submarina, implacable, que recoge los huesos del Fenicio en susurros, ocasiona que Phlebas sea elevado y que la turbulencia lo sumerja con igual ferocidad. «As he rose and fell»,
no sólo por el precepto de la eufonía, rima con «and the deep sea swell». El sentido de la expresión «rose and fell» –como anteriormente a la
acepción de swell valdría relacionarla con el aumento de ganancias–, redondea el concepto aludido
de «la vibración del dinero» y logra, mediante un juego de palabras por
conjugación, que se refuerce la tentativa del poemario de representar, en
subrepticio paralelismo, una crisis financiera, pues «rose and fell» es en pretérito
lo que los sustantivos «rise and fall»,
a saber, «auge y caída» –en jerga bursátil– de una empresa.
(A manera digresiva, cabe
referir que los fenicios, o «finiki» en su gentilicio
primario, acuñado por los griegos, eran así llamados ya fuera por el tono de su
piel o por el color que empleaban para grabar sus telas: el rojo. Phlebas, entonces, como un número rojo, un «finiki» que por su desubicación inexcusable o ineficaz
pericia, o nada más que por su llana mala suerte, origina muerto una pérdida
importante en las arcas del primer gran sistema de intercambio comercial y que,
como se verá al final del poema, encarna una suerte de fábula patética,
ironizada por Eliot, para la comprensión y el óptimo manejo de lo redituable en
la era contemporánea.)
Truculenta línea
interpretativa que zanjan los siguientes dos versos, al conducir el espíritu
del héroe hacia otros derroteros, de asunto metafísico; convulsionado por la
corriente, «He passed the stages of his age and youth/Entering the Whirlpool». La
efectiva y musical aliteración con la consonante «g» en el primer verso acuña
un efecto espiral que se complementa con la alusión metafórica (whirlpool) al
laberinto: Phlebas franquea, «pasa las etapas de su vejez y juventud/Entrando al remolino».
Serían tres los itinerarios
–casi simultáneos, difusos, antinómicos– sobre los que se organiza «Death by Water»:
1) el que se ignora y seduce por sus implícitas ficciones, transcurrido antes
de un –hipotético– naufragio; 2) el de la transportación de los huesos del
negociante por las voliciones marinas; y 3) el que adviene dentro del remolino,
ahí donde ya sin memoria del llanto de las gaviotas y como contrapeso a su
gradual desaparición del mundo, el Fenicio atraviesa («He passed»),
atisba y se reconoce en el joven que es o fue y en el
viejo que ya no será, dada la irrupción de su dramático, fulminante desenlace.
«As he rose and fell» había anticipado ya la imagen áurea del remolino (whirlpool), en
tanto la rosa (rose) –que en el poema
violenta, por sinonimia, el verbo axial con que se trasmite una victoria
momentánea– dibuja otro nombre y otro arquetipo del laberinto. La rosa y el
remolino en que pasado, presente y futuro son consubstanciales, trazan el
crucigrama que antecede las regresiones, o vaticinios, que devuelven,
reintegran su identidad a un Phlebas perdido, mísero
y sin edad, quien posee de pronto la gracia inveterada de recordarse luego de
haber olvidado todo, luego de reducirse a un ente anónimo en las modulaciones
inhóspitas del mar, esa otra representación, también inmensurable, de la morada
de Minos.
«Death by Water» exalta la
posesión material irrecuperable y el despojo de la memoria, que hace retornar o
difumina lo extinto al manifestarse la inminencia de la fatalidad última, que
no debieran soslayar aquellos en quienes el destino ha repartido las
obligaciones de los presupuestos y las gramáticas especulativas. La estrofa que
clausura el poema convida a un destinatario de dos estirpes, «Gentil o judío»,
a no olvidar el caso del desavenido Phlebas: «Gentil or Jew /O you who turn the wheel and look to windward, /Consider Phlebas, who was once handosome and tall as you». La conjunción
disyuntiva que escinde, en un pronóstico visionario, a «gentiles o judíos»,
nivela en el siguiente verso la categoría de ambos practicantes del poder al
comunicar su deseo de que aquel que «gira la rueda y columbra a barlovento», considere
a su antecesor, «quien fue una vez tan hermoso y tan alto como tú»: «who was once handsome and tall as you», verso que
ondula en una rítmica muy acorde a las oscilaciones del agua, que ha victimado
a otro Narciso, atraído hacia los dominios de lo profundo por el embeleso de la
codicia, el regateo y la transacción. Aquel que gire la rueda, personificará
una variación del Fenicio y provendrá de cualquiera de aquéllas dos antítesis
religiosas.
Ejercicio de gravitaciones que
alucinan la inmortalidad, el poema de T. S. Eliot obsesivamente engrana una
serie de elementos que traman un inquietante círculo: a swell (oleaje, aumento) sigue rose (elevación, rosa), luego whirlpool (remolino) y finalmente wheel (rueda), que hace aún más eficaz el verso a que pertenece, por su inmanencia
rotativa, al rematar con windward (barlovento) sustantivos todos que remiten a un viaje que no necesariamente
finiquita sus vuelcos en la muerte sino que a partir de ésta reincide en sus
procesos de perennidad, en tanto «el que gira la rueda» designa al sucesor, en
la centuria encarnizada de las bienes raíces, de Phlebas:
un businessman capitalista en estado germinal (gentil o judío), que operará con idénticos
resultados la amenaza y el deleite de un artefacto seductor: el timón, distintivo
de otra rueda, la de la fortuna, entendida ésta como sino y como jeroglífico actual de los negocios redondos que al resquebrarse y
zozobrar cimbran los reinos de la compraventa. A los que han heredado este
difícil talento les habla, ¿con sarcasmo?, ¿con admiración o esperanza?, ¿con
empatía?, T. S. Eliot, cuyo padre fue un tesorero prominente y director de una
compañía –es menester subrayarlo– hidráulica (dato que resulta menos una
futilidad que una pauta para exceder otras elucubraciones).
«Death by Water», primordialmente
un hito verbal de recurrencias, autentifica su validez literaria por ensayar
una consecución de lo profético y lo fundacional en el plano caótico de la
decadencia moderna. P. B.
Shelley había sentenciado en el naciente XIX: «Every original language near to its source is in itself the chaos of a
cyclic poem». La figura del Fenicio entronca
y pretexta estas conexiones del lenguaje de Eliot con su fuente (el mito como
fenómeno primigenio de la poesía), dado que dicha figura constituye un
detonante crucial para la civilización progresista, además de que los fenicios
imitaron y llegaron incluso a confundirse, por fusión y adopción culturales,
con los griegos. Considerando a Phlebas, T. S. Eliot
entrevera los arcanos de la influencia del mundo antiguo desde sus recursos y
sus innovaciones y extrae de allí su originalidad, demostrando que «crear
significa extraer de la fuente», como aduciría Heidegger en su profundísimo «¿Y para qué poetas?»
Phlebas, en algún momento alto y hermoso, es ejemplo trágico de ruina
para sus continuadores y aprendices: los hombres todos, pues no habemos sino náufragos que acumulan y a quienes
repentinamente nos es arrebatada la ambición impostergable de seguir viviendo,
cuando son ya insalvables los niveles ascendentes de la muerte que nos fue
acechando para saquearnos, sean pocas o muchas las experiencias, pobres o
invaluables, que nos arrebate al extinguirnos bajo los ímpetus del maremoto que
arrasará nuestra memoria. Como el navegante, olvidaremos vanidades y quebrantos
y olvidaremos el llanto de las gaviotas. Un cauce inhumano recogerá los huesos,
traficará con ellos y con otras, insondables mercancías, no importando el
precio de los efectos que hayamos obtenido durante el desorbitado viaje de
nuestra existencia, que nadie rememorará y que para el cálculo y los intereses
de la eternidad no será más que una singular bagatela en permanente
devalúo.
BIBLIOGRAFÍA
Heidegger, Martin, Arte y poesía,
FCE, Buenos Aires, 1992
Shelley, P. B., Essays,
Letters from Abroad, Translations and Fragments, Edward Moxon, Londres, 1845
Eliot, T. S., The Waste Land, Faber and Faber, Londres, 1940.
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